EL AYUNO

“Dice Jesús: «Esta clase de demonios de ningún modo puede irse sino mediante la oración y el ayuno».” Marcos 9, 28-29.

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Es necesario reforzar la oración con ayuno. Ayuno es el negar a nuestra carne para enfatizar nuestra oración dándole más poder.
Ayunar es voluntariamente abstenernos de la nutrición usual de comida o bebida. Cuando ayunamos nos humillamos ante Dios, y esto permite una gran sensibilidad para las cosas de Dios y un quebrantamiento a la carne.

El ayuno destruye fortalezas.  

Definición y bondades del ayuno

¿Es el ayuno la clave para enfrentar los crecientes ataques de Satanás contra el bienestar moral de la humanidad incluyendo nuestros lideres espirituales? San Pablo presenta una estrategia a modo de exhortación cuando dice “orad sin cesar” pues la oración es un arma espiritual de gran poder y es en esencia la batalla misma. De todas las formas bíblicas de oración, es el ayuno, la forma que más aterra a nuestro enemigo pues infringe a nuestras peticiones, una autoridad sin igual. El ayuno es una humillación voluntaria del corazón delante de Dios que facilita el crecimiento espiritual.

El Salmista dijo: “ Si me aflijo con ayunos, eso me vale insultos;” Salmo 69, 11.

La humildad es el eje principal del ayuno. La humildad se manifiesta en la relación nuestra con Dios y con nuestros hermanos. Esta virtud nos lleva a elevar el concepto que tenemos de los demás y rebajar el concepto de nosotros mismos. El ayuno traslada esa humildad al reino físico y tangible y consecuentemente se origina un quebrantamiento único delante de Dios.

El ayuno es también una superación del dominio propio que capacita al creyente a morir a sí mismo. Es la templanza que implica moderar el apetito y las pasiones. Es dominar la carne de uno y darle muerte a lo que es impuro o excesivo. “Pero yo, cuando se enfermaban, me vestía de saco, ayunaba, hacía penitencia, y no cesaba de orar por ellos.” Salmo 35,13.

El ayuno es una actividad de adoración que aumenta la receptividad del Espíritu Santo. El autor de Hechos describió tal efecto en la oración de envío de obreros cuando, “Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: «Sepárenme a Bernabé y a Saulo y envíenlos a realizar la misión para la que los he llamado».” Hechos 13, 2-3. Aquí los discípulos lograron ver en el ayuno, el poder para enfrentar a los descarriados hijos de Dios y la forma de recibir dirección específica del Espíritu Santo.

Al confiar plenamente en el poder de la oración de ayuno, obtenemos respuestas maravillosas como la visita del Espíritu Santo que recibieron los creyentes de la Iglesia primitiva después de su ayuno colectivo.(Hechos 13, 2)

Ayunar con sensatez

Si tomamos la decisión de ayunar, pongámonos ante la presencia de Dios y clamémosle que El dirija la duración del mismo en días, con el fin de alcanzar la plena madurez espiritual que necesitamos para ir con Cristo cuando suene la trompeta. La biblia se refiere más a menudo a los ayunos de veinticuatro horas o menos. No se necesita iniciar el ministerio colocando metas poco prácticas. Empiece con la abstinencia de una o dos comidas.

Ayunar secretamente

En el Sermón del monte, Jesús dijo: “Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos.” Mateo 6,16. Esto tiene que ver fundamentalmente, con la humildad y la sinceridad de nuestra actitud. En muchos casos será necesario comentar en la casa o en el trabajo, la causa de nuestro comportamiento.

Ayunar sistemáticamente

Consiste en definir una periodicidad para éste propósito, un día a la semana o un día al mes o medias jornadas, pero siempre de manera regular. Un ministerio de intercesión puede vigorizar su oración, ayunando cada uno de sus miembros, un día diferente de la semana. Es motivante también colocar una programación a modo de pizarra para registrar el apoyo en ayuno que los miembros de la comunidad ofrecen libremente cada semana.

Ayunar con sensibilidad

Al igual que los israelitas ayunaron antes de la batalla contra los hijos de Benjamín (Jueces 20, 26-27) y obtuvieron orientación en la contienda, esa misma sensibilidad podemos lograr al meditar la Palabra de Dios durante el ayuno.

Ayunar con sacrificio

Esto implica dejar de hacer o tomar algo a lo que estamos habituados y nos gusta. Es como estar dispuestos a sacrificarnos a nosotros mismos para lograr el Reino de Dios. Si una persona no acostumbra a desayunar, no implica sacrificio ayunar pasando por alto el desayuno durante algún tiempo.

Ayunar de manera específica

Dios debe escoger el objetivo del ayuno. De la misma manera cómo ayunaron los discípulos antes de enviar a Bernabé y a Saulo en su viaje misionero (Hechos 13, 2-3). También Esdras recibió una dirección clara cuando ayunó para sacar al pueblo del cautiverio y llevarlo de regreso a Jerusalén. (Esdras 8, 21-23).

Modalidades del Ayuno

El ayuno parcial: Daniel el profeta ayunó 3 semanas de forma parcial. No comía manjares delicados, ni carne, ni vino. Comió frutas o jugos. De esta manera se mantienen energías para ministrar, leer la palabra y orar. Entre los cristianos el ayuno más común empieza a las 6 de la mañana y termina a las 6 de la tarde del mismo día.

El ayuno total: Este es el ayuno más usual. Un día sin agua, jugos, café, gomas de mascar, ni nada que tenga alimento. Si se usara agua por alguna necesidad especial, esto no rompería el ayuno. Cuando oramos durante el ayuno, el Espíritu Santo guía su duración. Para ayunos más extensos, es recomendable tomar agua con el fin de que se disuelvan los ácidos que segrega el estómago. (Marcos 1, 13.)

El ayuno colectivo en la intercesión: Cómo se relaciona el ayuno con la intercesión? La intercesión es la negación de sí mismo en la oración de modo que nuestra oración se concentre en los demás; y el ayuno, es una forma física de humildad y negación de sí mismo para la cual la Biblia señala un poder especial. El ayuno con la oración intercesora, es oración con autoridad a su más alto nivel.

 

Recomendaciones Generales sobre el Ayuno con Fines Espirituales

El ayuno y la Salud: el ayuno, contrario a lo que algunas personas temen, es favorable para la salud. En el ayuno, el cuerpo se limpia de toxinas acumuladas en el organismo por exceso de alimento. Según Arthur Wallis en su libro, El ayuno escogido por Dios, en los países donde hay abundancia de comida son muchas más las personas que están enfermas por exceso en su alimentación que por desnutrición. Hay muchas enfermedades que pueden prevenirse si se practicara el ayuno con más frecuencia y la gente se alimentara mejor.

El Ejercicio Previo: en la mañana es conveniente hacer un poco de ejercicio en la cama y respirar profundamente. Esto hará que el ayuno sea más fácil para el organismo, circula mejor la sangre y contrarresta sensaciones extrañas.

Como romper el Ayuno: al romper el ayuno debemos ingerir jugos de frutas (mitad fruta, mitad agua) inicialmente. Con mayor razón, si el aparato digestivo ha estado quieto por lo menos tres días.

El Ayuno y el Matrimonio: el apóstol Pablo recomienda en la primera carta a los Corintios, que los casados de mutuo acuerdo, pueden abstenerse de tener relaciones con el fin de dedicarse a buscar al Señor durante estas jornadas de oración y ayuno. Con mayor razón, si la intención del mismo es la paz en el hogar, necesidad de bendiciones espirituales y salud para alguno de ellos.

El Ayuno en Circunstancias Especiales de la Mujer: el ayuno moderado en las mujeres embarazadas, es de gran bendición y efectivo cuando buscamos protección para el bebe. Las mujeres en período de menstruación por tradición, son más llamadas al reposo. Sin embargo, cuando el Señor pide el ayuno en oración, debe ser acatado.

Referencias

  • Eastman, Dick (1989). El Amor de Rodillas, Edición en español (1995, pp.89-112) Editorial Vida. Deerfield, Florida.
  • Avila, Yiye. (1994) El ayuno del Señor. Ayuno de Victoria Wallis, Arthur.(1968) El ayuno escogido por Dios, Edición en español (1974, pp.111,122-129) Editorial Caribe, Nashvile, TN

CONCLUSION DEL AYUNO

Los que ayunan siguen una gloriosa compañía, la de Jesús, quién se negó a sí mismo mediante el ayuno y quien sigue entregándose diariamente en cada Eucaristía como nuestro Intercesor Supremo a la diestra de Dios.