DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Lucas 1, 28.

¿Quién es María?

María es la excelente obra maestra del Altísimo, quien se ha reservado a sí mismo el conocimiento y posesión de ella. Ella es la magnificencia del Altísimo, quien ocultó allí, como en su seno, a su Unigénito y con El todo lo más excelente y precioso. (San Luis María de Monfort).

María es la hija predilecta del Padre. La Madre Admirable del Hijo y la esposa fiel del Espíritu Santo.

Dios Padre entregó a su Unigénito al mundo por medio de María. Solamente ella ha merecido ese honor y ha hallado gracia delate de Dios por la fuerza de su plegaria y la elevación de sus virtudes. Dios Hijo se hizo hombre para nuestra salvación, en María. Dios Espíritu Santo formó a Jesucristo en María, después de haberle pedido su consentimiento por medio del ángel.

Dios-hecho hombre se dejó aprisionar por su seno santísimo, y fue ella quien lo amamantó, alimentó, cuidó y educó con amorosa solicitud y luego padeció con su divino Hijo sus sufrimientos, mientras él moría en la cruz por amor a nosotros.

María es el santuario y tabernáculo de la Santísima Trinidad, donde Dios mora magnífica y maravillosamente. Jesucristo ha querido inaugurar sus milagros por medio de María. Por las palabras de ella santificó a San Juan en el seno de su madre Santa Isabel, hablo María y Juan quedó santificado. Este fue su primer y mayor milagro.

“Al oír Isabel su saludo, el niño, dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: ! Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!”. Lucas 1,  41-45.

Luego Jesús ante la súplica de su Madre María, convirtió el agua en vino en las Bodas de Caná. Este fue su primera señal milagrosa en el orden material. Juan 2, 1-11. Jesucristo comenzó sus milagros por medio de María, y continúa haciéndolos por su amorosa intercesión.

Culto a María

La Santísima Virgen María es honrada por la Iglesia con un culto especial. La Iglesia la venera como la Madre de su Señor y como su propia Madre. Desde los tiempos más antiguos se venera a la Santísima Virgen con el título de “Madre de Dios”, bajo cuya protección nos acogemos los fieles suplicantes en todos los peligros y necesidades.

El culto de veneración a María es totalmente diferente al culto de adoración que rendimos a Jesucristo el Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo. Si establecemos una sólida devoción a la Santísima. Virgen María es solo para establecer una relación personal más perfecta con Jesucristo y tener así un medio fácil y seguro para encontrar al Señor. La verdadera devoción a María es interior, procede del espíritu y del corazón y debe llevarnos a meditar e imitar sus virtudes.

Si la devoción a la Santísima Virgen María se aparta de Jesucristo, habría que rechazarla. La verdadera devoción a María debe llevarnos a Jesucristo, a amarlo con ternura, a obedecerlo y servirlo con fidelidad. “El fin último de toda devoción debe ser Jesucristo Salvador del mundo, verdadero Dios y verdadero hombre de lo contrario, tendríamos una devoción falsa y engañosa. Jesucristo es el Alfa y la Omega, el Principio y fin de todas las cosas.” (San Luis María de Monfort.)

Oración

Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu amparo, implorando tu protección y reclamando tu auxilio, haya sido abandonado por ti. Animado con esta misma confianza, a ti también acudo, Oh Madre, Virgen de la Vírgenes, y ante ti me postro gimiendo bajo el peso de mis pecados. No deseches mis súplicas, Oh santa Madre de Dios, antes bien óyelas y atiéndelas favorablemente. Amén.

EL SANTO ROSARIO

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