ORACION Y AYUNO
“Todo lo que pidan con una oración llena de fe lo conseguirán” Mateo 21, 22.
LA ORACION es única como arma ofensiva y está disponible para nosotros en esta Batalla cósmica. La Batalla Espiritual comienza cuando oramos en unidad con otro.Se dice que la oración no es un arma de batalla, sino la Batalla misma. Es el área de conflicto en la que atacamos al enemigo.
En la oración no existe ninguna limitación de tiempo ni de distancia, con ella podemos arremeter contra las fortalezas de Satanás en cualquier sitio hasta en los lugares celestiales.
En Hechos 12, 1-6, se nos da un ejemplo de la oración como arma ofensiva. Pedro es liberado de una cárcel de máxima seguridad por la oración de la Iglesia; oraban día y noche. Dios contestó la primera parte de la oración de la Iglesia liberando a Pedro. Después da respuesta a la segunda parte, juzgando al Rey Heródes quien había perseguido a la Iglesia, enviándole un ángel para fulminarlo, por cuanto no dio gloria a Dios. La oración penetró en los lugares celestiales e hizo que Dios mandara ángeles para intervenir a favor de los suyos y como respuesta a nuestra oración. Podemos comparar este episodio con Daniel 10, 11, donde Daniel oró y el ángel vino desde el cielo con la respuesta. No olvide que la oración traspasa el reino de Satanás en los lugares celestiales y hace que Dios intervenga a favor nuestro de manera sobrenatural.
Efesios 6, 18, nos da cuatro instrucciones sobre la Oración como Arma Espiritual:
- “Vivan orando y suplicando”. Este es el alcance de la oración y se refiere a: La oración a ruegos generales y la súplica a ruegos específicos.
- “En todo tiempo según les inspire el Espíritu”. La actitud en la oración, es que debemos mantenernos en una actitud de oración a lo largo de todo el día. Orar en el Espíritu significa, expresarnos a Dios según la forma en que el Espíritu nos guía para hacerlo, no orando.
- “Velen en común y prosigan sus oraciones sin desanimarse nunca.” Es decir, la perseverancia y fervor en la oración son fundamentales. Lucas 18, 2-7.
- “Intercediendo en favor de todos los hermanos” es decir, que el blanco de la oración sea el Cuerpo de Cristo.